Yo No Voto viene a ser ese último acto - casi trágico - de una declaración de principios y dignidad a ultranza. Es el no va más de una moralidad por encima de todos.
No me gustan los extremistas, este caso lo ejemplifica. Es el mal ejemplo de seguir confundiendo al cubano que ya, de por sí, lo tienen bastante mareado las consignas, los brotes nuevos del "cambio" junto a los adoctrinamientos y la falta de alimentos.
Dejen el cuento señores extremistas para sus reuniones internas y no viertan ese veneno sobre el Cubano Soberano. Bastante tiene el pueblo con un presidente que no escogió y además aguantarle su ideario segregacionista y sectario combinado a su nulidad como gestor socioeconómico.
Espero que el cubano no caiga en esa segunda trampa del Yo No Voto, porque esos que no votaban en Cuba fueron los mismos que asaltaron al Moncada y luego regresaron a isla en el Gramma.
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