29 de noviembre de 2008

El ego olímpico.


Entre la e y la o, cabe la ele, y diría elo, es el coeficiente calculado para valorar el éxito, o no, de los jugadores según sus resultados en las competencias de ajedrez.

Paco Vallejo recién acaba de estrenar su elo por encima de los 2700, debe estar muy contento, es un calificación alta, propia de los ajedrecistas de élite, sin embargo el español quería más, quería también la medalla de oro individual que por el efecto elo no le tocó y se dedicó a reclamar en lugar de celebrar. Fue el presidente de la Federación Española de Ajedrez quien lo ubicó en tiempo y espacio pues como bien sabe todo el mundo ajedrecístico, el elo no tiene revisiones.

El capitán del equipo cubano, Reynaldo Vera, lo sabía, y quizás por ello decidiera dar descanso al primer tablero, Leinier Domínguez, otro Gran Maestro de élite, que no jugó la última ronda en la Olimpiada de Drede 2008. Con esta sabia decisión, el capitán cubano evitó que el elo de Leinier siguiera bajando en puntuación ya que el descenso por equipo estaba garantizado para los cubanos.

Paco Vallejo Y Leinier Domínguez son las dos caras de una misma moneda, sin medalla individual pero sin perder una partida en la competencia, el primero con el elo crecido y el otro con el elo a la baja. Las dos caras valen de ejemplo para cambiar la ele por la ge, y resumir sus recientes actuaciones olímpicas con un ego que superó todas las espectativas del elo.

La única manera de obtener una medalla es ganar, ganar y ganar. Lo sabemos por José Raúl Capablanca en Buenos Aires 1939, quien regresó al mismo sitio donde había perdido su Título de Campeón Mundial 10 años antes, y en una actuación brillante, con 11,5 puntos de 16 posibles, ganó el oro olímpico individual como primer tablero del equipo cubano.

Queda demostrado que elo y ego van de la mano en el ajedrez aunque las excepciones están al asecho y son propias, no de cálculos, y sí de los grandes de verdad.
foto: GM Reynaldo Vera.



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