De las letras y otros demonios

Quien piense que escribiendo…lo que sea, hará exorcismo de sus demonios tendrá toda una vida para aprender que los demonios no se espantan con letras.

Escribir puede ayudar a intelectualizar emociones, pero de ahí a no sucumbir ante ellas hay un buen trecho, casi como del dicho al hecho.

Y de eso se trata, el individuo como ser “no dividuo” es una unidad cerrada en lo que piensa, habla y hace. Dar mayor importancia a cualquiera de esos estados pone al hombre en un callejón sin salida pues evidentemente está en desequilibrio con su propia naturaleza.

Por esto es que no creo en las terapias de grupo, tampoco en los escritores que nos cuentan sus miserias aunque sea de una manera bellamente escrita.

El alivio de hablar, también de escribir es sólo eso: un alivio. Cuando se callan las palabras o no se escriben las letras, ahí están los demonios para recordarnos que el exorcismo está aún por ocurrir.