18 de abril de 2008

La CoJEra InTeLecTuAL


Malo, malo, desde que lo vi con la pata de palo. Porque cojera al fin, trasmiten limitaciones, aunque vayan de iluminados algunos intelectuales cubanos. Y esto vale para todos los limitados, los de adentro y los de afuera. Pero hoy quiero escribir de la pata de palo de los de afuera, perjudican tanto como los de adentro.

Se trata del desarraigo, pues santo y bueno mi hermano, pero de ahí a que hiperbolices tus percepciones mundanas, denigrando las cubanas, resulta macabro. Nacer como caminante global no presupone la muerte del viajero natural. El mundo es lo que es, en Japón, el Mediterráneo o el Caribe insular, ¿entonces? Si hubieras escrito de tu patria interior, te respetaría compadre. Esa es otra cosa.

Para alzarse como ciudadano del mundo hacen falta más, pero mucho más que transpiraciones a los pies del Coliseo Romano, el mar griego o el plátano centroamericano. Faltaron las que faltaron, pero lo perturbador fue la negación. Negar la belleza de la Palma Real, los bohíos, las tinajas, los sabores, en fin, negar las transpiraciones cubanas, señala una castración provinciana.

El viajero natural es uno con el mundo, indivisible, único donde quiera que se pare; el individuo en la tierra es individuo en Cuba, la China o en Saigón porque trascender los orígenes no implica aborrecer el origen, si eso sucede, me parece más propio de borrego, que de ser humano.

Los adolescentes versos de Abdala, ya sabían de lo que hablo:

"El amor, madre, a la patria
No es el amor ridículo a la tierra,
Ni a la yerba que pisan nuestras plantas..."

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