Primero los animales, después los viejos y al final los niños.
En ese orden se va desprendiendo la gente de sus responsabilidades cuando los ataca una crisis económica.
En la década del 90 las calles de La Habana se “inundaron” de perros hambrientos, sucios y sarnosos…muchos mostraban el collar de su rancia cuna.
Fue la época de los Asilos de Ancianos colapsados, sin capacidades, llenos a full.
Momentos en que un vecino del Cerro me contó la historia de una madre que cambió a su bebita por un puerco, para celebrar el Fin de Año.
Ahora estamos en crisis económica acá, y el otro día cuando salí a hacer fotos para mostrar a mis amigos el lugar donde vivo, me encontré en la acera a un montón de gente que le hacían coro a una pareja de perros abandonados en el bar del Norte.
Enseguida despertó mi memoria, y pensé: ya empieza la gente a dejar los perros en la calle.
Al día siguiente, y porque el bar del Norte está en mi camino al trabajo, entré y le pregunté al dueño del bar por el destino de los canes. Nadie mejor que él para responderme pues había cuidado de ellos por más de cuatro horas, y con éxito, ya que sus dueños los encontraron allí sanos y salvos para llevarlos de vuelta a casa.
Acá no funcionó la cadena de abandonos en tiempo de crisis.
En ese orden se va desprendiendo la gente de sus responsabilidades cuando los ataca una crisis económica.
En la década del 90 las calles de La Habana se “inundaron” de perros hambrientos, sucios y sarnosos…muchos mostraban el collar de su rancia cuna.
Fue la época de los Asilos de Ancianos colapsados, sin capacidades, llenos a full.
Momentos en que un vecino del Cerro me contó la historia de una madre que cambió a su bebita por un puerco, para celebrar el Fin de Año.
Ahora estamos en crisis económica acá, y el otro día cuando salí a hacer fotos para mostrar a mis amigos el lugar donde vivo, me encontré en la acera a un montón de gente que le hacían coro a una pareja de perros abandonados en el bar del Norte.
Enseguida despertó mi memoria, y pensé: ya empieza la gente a dejar los perros en la calle.
Al día siguiente, y porque el bar del Norte está en mi camino al trabajo, entré y le pregunté al dueño del bar por el destino de los canes. Nadie mejor que él para responderme pues había cuidado de ellos por más de cuatro horas, y con éxito, ya que sus dueños los encontraron allí sanos y salvos para llevarlos de vuelta a casa.
Acá no funcionó la cadena de abandonos en tiempo de crisis.
